A diario recibo mensajes de personas enviandome bendiciones, realmente no sé si logro hacerles saber lo gratificante que es recibir su maor, yo amo lo que hago y lo hago con tantas ganas que cuando siento que hay personas que comparten esa visión del mundo, un poquito me enamoro de la humanidad.
Después de todo y antes que nada, el hecho de humanizar es uno de mis objetivos principales en la vida, humanizar la vida laboral, familiar, social, personal, entendernos y sabernos humanos, comprender que lo que ves o percibis de una persona es un minimo dentro del mundo de esa persona y que a su vez habla mas de vos que del otro. Entonces siento mucho orgullo cuando estas personas llegan a mí, porque he querido atraer este tipo de personas toda mi vida, y recién ahora entiendo que esto solo se logra permitiendome ser la persona que yo misma soy, dejar de esonderme detrás de máscaras y escudos que ya no necesito, no hay nada de que defenderse, todo está bien.
Mi gran dilema a lo largo de toda mi existencia, a mis casi 39 años, ha sido no animarme a reconocer el amor que hay en mí, y ahora que reconozco y dejo ser quien soy, cada vez me encuentro más segura de seguir transitando este camino.
Esta soy yo, la que disfruta de sentir el fresco de la noche mientras mira una luna llena en invierno, la que desea y necesita conectar con esa niña que disfrutaba de esa sensación de conexión con algo mas tirada en la vereda viendo el cielo ser, esta soy yo la que quisiera resolver todas las injusticias, la que puede ser profundamente herida por un detalle que nadie ve y la que puede sentirse absolutamente gratificada por una mirada que logra ver mas allá, que me ve humana, y como tal falible, capaz de equivocarse, capaz de disculparse.
Esta soy yo, y soy necesaria, con todos mis matices, con todas mis tramas, así como vos, sos necesaria, dejate ser.
A veces me toman las madejas y expresan lo que nos e habla, otras son las letras que salen como puntos a crear tramas unicas, que buscan decir: «hola acá estoy, acá estamos».